La co-innovación, en el ámbito de los sistemas agropecuarios, a sido definida como un enfoque sistémico, multidisciplinario y multisectorial para la búsqueda de soluciones integrales a los problemas de sustentabilidad de los territorios rurales, mediante un proceso de aprendizaje conjunto con una fuerte participación de los saberes locales en permanente diálogo con el saber científico-técnico (p.ej., Dogliotti et al., 2014; Mapfumo et al. 2015; Tittonell et al., 2016). Operativamente, la implementación de este enfoque en el terreno implica al menos tres premisas:
- El enfoque de sistemas complejos
- La facilitación del aprendizaje social
- El monitoreo dinámico de los proyectos
Este último punto reviste especial importancia por cuanto se inscribe en la mecánica del manejo adaptativo, que prevé la evaluación y el reajuste permanente de los proyectos a medida que estos avanzan, adaptando y/o re-direccionando acciones cuando sea necesario, con el fin de incrementar gradualmente su eficacia.
La participación de los actores sociales desde la formulación misma de los proyectos permite a los mismos apropiarse tanto del proceso como de los productos de la co-innovación. Ésta puede ser gradual, a través de procesos de aprendizaje social que surgen de ciclos de prueba, error y reformulación, o disruptiva, cuando la innovación emerge de un proceso participativo cuyos posibles resultados no son conocidos a priori (definida como diseño De Novo por Mainard et al., 2012).