El concepto de soberanía alimentaria se está convirtiendo en un elemento de la jerga cotidiana en la política de desarrollo y la defensa de la justicia alimentaria. Sin embargo, el concepto se adapta más fácilmente a la realidad de las poblaciones rurales, en muchos casos gestores de su propia alimentación, y no tanto a aquella de los consumidores urbanos, quienes no tienen la capacidad de producir sus propios alimentos. Para alcanzar con éxito la soberanía alimentaria, las demandas dentro de este movimiento tienen que ser compatibles con la forma en que la gente persigue la soberanía del consumidor y viceversa.
Un artículo publicado recientemente en la revista Agroecology and Sustainable Food Systems tiene por objeto examinar los diferentes conjuntos de demandas que los dos ideales de soberanía traen consigo, analizar en qué medida estas diferentes demandas pueden resultar en relaciones constructivas entre sí y explicar por qué los consumidores tienen que ajustar sus opciones alimenticias a la variabilidad de la producción para promover la soberanía alimentaria y asegurar así la autonomía futura.
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