Por Julieta Decarre, Asunción Semper – Pascual y Silvina Laura Medero
La región Chaqueña sudamericana es la segunda región boscosa más extensa del continente, luego de la selva amazónica. El 60% de su distribución se encuentra sobre territorio argentino y el resto se reparte entre Paraguay, Bolivia y una pequeña porción en Brasil. Representa un sitio muy importante para la conservación, dada su alta diversidad de flora y fauna, como así también por su acerbo cultural ya que más de 25 etnias originarias mantienen su territorio dentro de esta región.
Esta región, también conocida como “Gran Chaco Americano” alberga gran biodiversidad, incluyendo especies carismáticas que se encuentran en peligro de extinción, como el palo santo, el pecarí quimilero, el carpintero negro y la tortuga terrestre chaqueña, entre otras especies. Una de las principales amenazas que sufren se vincula con la pérdida de hábitat, hecho que viene ligado a la intensificación y extensión de las producciones agropecuarias. Dado el potencial agrícola de la región y la creciente demanda mundial de bienes y servicios agropecuarios, la presión para convertir ecosistemas naturales en tierras agrícolas ha aumentado considerablemente durante las últimas décadas. Por estos motivos, esta región es considerada un punto crítico de biodiversidad que se encuentra amenazado por acción de la deforestación y la acelerada expansión de la ganadería y la agricultura. Sin embargo, sólo el 9% de la superficie del Gran Chaco está actualmente protegida y esto la convierte en uno de los biomas más amenazados en todo el mundo.
El fenómeno de la “deuda de extinción”
La estudiante de doctorado Asunción Semper-Pascual, en colaboración con investigadores de diferentes instituciones argentinas utilizaron modelos estadísticos para explicar cómo las comunidades de aves y mamíferos del Chaco responden a los cambios en el uso de la tierra. “Encontramos que las comunidades cambian drásticamente en los lugares donde se producen cambios en el uso del suelo, a menudo dando lugar a extinciones locales de varias especies. Pero también descubrimos que a muchas especies les toma un tiempo responder a los cambios en el ambiente y no se extinguen inmediatamente, sino con un retraso en el tiempo. Este fenómeno se conoce como deuda de extinción” menciona Asunción Semper-Pascual. La Dra. Julieta Decarre, del Instituto de Recursos Biológicos, que participó del trabajo agrega: “El concepto de deuda de extinción plantea que las comunidades de aves y mamíferos que vemos en la actualidad quizás estén respondiendo lentamente a cambios que se dieron en el pasado y que los impactos más fuertes de los cambios en el uso del suelo en el Chaco se verán en el futuro cercano. Esto representa una mala noticia pero mediante este análisis contamos con una ventaja, este destino de la biodiversidad se puede evitar si se implementan rápidamente actividades de conservación y de restauración de los ambientes naturales”. Según los datos relevados por el equipo, más de la mitad de las especies de aves y el 30% de los mamíferos que encontramos hoy en el Gran Chaco se habrán extinguido en 10 o 25 años si las acciones de conservación no se implementan prontamente. En este sentido, respetar las pautas establecidas en la Ley 26.331 de Presupuestos Mínimos para la Protección de los Bosques Nativos, supone un primer paso hacia la preservación y uso sustentable de los recursos naturales. Fundamentalmente en lo que respecta al avance incontenible de la frontera agropecuaria sobre áreas de alto valor para la conservación.
Para más información: https://besjournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/1365-2664.13074